El 31 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informó sobre un agrupamiento de 27 casos de neumonía de etiología desconocida. Tan sólo unos días más tarde, el 7 de enero de 2020, dichas autoridades detectaron como agente causante un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, denominado SARS-CoV-2. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró el brote de COVID-19 como pandemia.
El riesgo de contagio, unido a un posible colapso de los sistemas de salud conllevó al confinamiento de la población a escala global. España no ha sido una excepción.
Los esfuerzos realizados por buena parte de la sociedad civil, no ha frenado el número de personal sanitario contagiado por dicho virus, siendo unos de los datos más preocupantes en la actualidad por las implicaciones que conlleva. Además, los datos aportados son significativamente mayores que en otros países de parecidas prevalencias poblacionales.